Presentación
Dibujo, n°4

José Antonio Suárez Londoño, dibujo, 2005.

Dos de los textos reunidos en este dossier, los de Josefina Elizalde y José Rilla, surgen de las presentaciones que los autores hicieron durante las III Jornadas Internacionales Historia, memoria y patrimonio. Usos públicos del pasado y responsabilidad del investigador, organizadas por el Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural-TAREA en la Universidad Nacional de San Martín en noviembre de 2016. A estas contribuciones, se suma la de Guilherme Bianchi y Gisele Iecker de Almeida, centrada en el contexto brasileño de intervención intelectual de los historiadores profesionales.

El creciente interés de la historiografía por los temas discutidos entonces y retomados en el dossier es largamente conocido. En 1986, en el contexto del Historikerstreit, Jürgen Habermas se refirió a los usos públicos de la historia, que pronto se incorporaron a la agenda historiográfica y se convirtieron en objeto de atención en amplias latitudes, sobre todo en las últimas dos décadas, lo que posiblemente se vincule con la centralidad adquirida por la indagación sobre los modos de construcción y circulación de los relatos históricos, y sobre las dimensiones teóricas, historiográficas y sociales que estos encierran. Confiamos en que los textos aquí reunidos contribuyan a dar forma a una mirada más amplia sobre las representaciones del pasado, sus usos públicos, las políticas memoriales y patrimoniales, al tiempo que faciliten la difusión de los debates, avances y resultados obtenidos en el campo académico sudamericano.

Como en el célebre afiche de James Montgomery Flagg más veces de lo esperable los historiadores y otros científicos sociales apuntan con el dedo acusador. Lo dirigen a políticos, operadores culturales, periodistas, ensayistas (y a veces a colegas) que se ocupan del pasado y hacen un uso instrumental de él. Serían reos de no seguir los consejos de Michael Oakeshott de considerar al pasado como puro pasado, o sea a la manera anticuaria, y emplearlo para los debates del presente. Siempre se podría preguntar si los acusadores están libres de la imputación que realizan o si, advertida o inadvertidamente, también practican lo que combaten. Una célebre obra destinada a develar los lugares de memoria terminó siendo también un lugar de memoria. Más provechoso puede ser apelar seriamente a la tan de moda “reflexividad” e interrogar sobre aquello que los mismos historiadores realizan, los compromisos que derivan de su colocación en una situación y una temporalidad específica, de sus vínculos y reciprocidades y de la trama de debates que los exceden y en los que están inevitablemente colocados. El debate de este número aspira a reflexionar sobre diferentes aspectos de esa problemática.