Yifat Gutman, Memory Activism. Reimagining the Past for the Future in Israel-Palestine, 2017

(Universitat de València - Departamento de Historia Moderna y Contemporánea)

Yifat Gutman, Memory Activism. Reimagining the Past for the Future in Israel-Palestine, Nashville, Vanderbilt University Press, 2017.

Yifat Gutman, Memory Activism. Reimagining the Past for the Future in Israel-Palestine, Nashville, Vanderbilt University Press, 2017.

Palestina-Israel es una de las problemáticas de la historia contemporánea que mas producción bibliográfica, académica y no académica, ha generado. Puede considerarse que este rasgo es indisociable a que la cuestión palestina-israelí, desde su multiplicidad de expresiones e interpretaciones, estuvo, ha estado y sigue estando en el centro de la agenda mediática, diplomática y política internacional. Del mismo modo, se trata del único problema internacional que perdura en la agenda de las Naciones Unidas desde prácticamente su fundación y sobre el que se han referido más resoluciones de los principales organismos de la ONU. Asimismo, reúne o está atravesado por algunos de los problemas históricos y sociopolíticos más significativos de los dos últimos siglos: colonialismo y colonialidad, eurocentrismo y orientalismo, nacionalismo, antijudaísmo, panarabismo, desintegración de sultanatos o imperios y creación de nuevos Estados, minorías nacionales, guerras mundiales, poblaciones refugiadas y transferencias demográficas, violencia política, limpieza étnica, derechos humanos y derechos nacionales…

En distintos ámbitos de las ciencias sociales y humanas – y, particularmente, en la historiografía –, la historia y memoria del año clave de 1948 ha recibido una especial atención en las últimas décadas. Se trata del momento en que finalizó el Mandato Británico de Palestina, de la creación del Estado de Israel, de la limpieza étnica de Palestina y de la Primera Guerra Árabe-Israelí. Según el relato sionista-israelí dominante, 1948 fue un annus mirabilis en el que se consiguió el establecimiento del Estado denominado “judío”, un sueño perseguido desde antaño y asociado tanto a la justicia absoluta como a la pureza moral. Por el contrario, la versión palestina hegemónica rememora aquel 1948 con la palabra Nakba (“catástrofe” o “desastre”, en árabe), un annus horribilis en el que su país fue desmembrado, mayoritariamente destruido y en el que la mayor parte de la población palestina fue expulsada de sus casas.

Cabe tener en cuenta que múltiples personas palestinas y árabes llevaban décadas ofreciendo estudios y testimonios escritos, gráficos y orales sobre lo ocurrido en 1948. Sin embargo, como ha ocurrido en otros contextos, solo la ratificación de gran parte o de prácticamente todos los relatos palestinos sobre la Nakba por algunas investigaciones israelíes (en concreto, por parte de la historiografía revisionista israelí o “nuevos historiadores” desde finales de la década de 1980), ha conseguido visibilizar y validar en numerosos ámbitos académicos internacionales las narraciones y versiones palestinas de 1948. Shlomo Ben Ami, historiador, diplomático y ex ministro de Asuntos Exteriores del Estado de Israel, es un ejemplo paradigmático del cambio en las interpretaciones historiográficas predominantes sobre Palestina-Israel en las últimas décadas. A principios de la década de 1980, Ben Ami publicó junto a Tzivi Medin una síntesis de la historia del sionismo y del Estado de Israel en línea con la versión tradicional de la historiografía israelí. Veinticinco años más tarde y ya consolidada la historiografía revisionista israelí, este autor reconoció el proceso de expulsión masiva y deliberada de la población palestina en 1948, además de calificar al sionismo como un movimiento “esquizofrénico” de “conquista, colonización y asentamiento”1.

Centrado en gran parte en las memorias colectivas de 1948 y en su impacto en diversos movimientos sociales israelíes y palestinos, Memory Activism: Reimagining the Past for the Future in Israel-Palestine (Nashville, Vanderbilt University Press, 2017) es un libro de la socióloga israelí Yifat Gutman. Este estudio forma parte de los memory studies, una corriente académica internacional muy prolífica en los últimos años. La autora, especializada en sociología comparada y cultural, memoria colectiva, movimientos sociales y conflictos etnonacionales, también ha publicado textos como “The Wall Must Fall: Memory Activism, Documentary Filmmaking, and the Second Intifada” (junto a Tamar Katriel, 2015) o “Transcultural Memory in Conflict: Israeli-Palestinian Truth and Reconciliation” (2011). En la obra que aquí se reseña, Gutman analiza un periodo de “emergencia de la memoria” del pasado reciente palestino-israelí – sobre todo de la Nakba palestina – a través de algunos movimientos sociales en el Estado de Israel y algunas de sus consecuencias. Concretamente, se centra en la primera década del siglo XXI y, también, aunque en menor medida, en los años inmediatamente posteriores. La autora se pregunta acerca de las posibilidades de abrir o transformar la memoria colectiva dominante desde el activismo; la reapropiación de determinadas prácticas culturales con fines de reconocimiento y reconciliación; los cambios, las tensiones y las temporalidades hegemónicas en la discusión pública sobre el pasado, el presente y el futuro de Israel-Palestina; o el pasado, y en especial 1948, como elemento clave en las demandas del presente y en la reclamación de verdad, justicia histórica y reconciliación.

El libro está dividido en cinco capítulos: los tres primeros analizan el trabajo de tres organizaciones de composición diversa que cuestionan la memoria colectiva hegemónica en el Estado de Israel y que Gutman califica de memory activism: Zochrot, Autobiography of a City y Baladna. En el cuarto y quinto capítulo, la autora estudia ciertas reacciones como leyes y comisiones estatales sobre historia y memoria tanto en Israel como en Francia o Rusia. Además, analiza también transformaciones discursivas, cambios en el paradigma memorialístico e intentos de aplicación de modelos foráneos de los principios de verdad, justicia histórica y reconciliación. Todo como consecuencia de este fenómeno de eclosión de la memoria de la Nakba palestina y como intento de superación del enfrentamiento sionista/israelí-palestino. Sin embargo, comparativamente, en este último capítulo se subrayan las dificultades de apertura a otras memorias, de reconocimiento y reconciliación mientras la violencia sigue activa y el “conflicto” irresuelto, al contrario de lo que ha ocurrido en otros ámbitos como Sudáfrica, donde estas dinámicas se dieron después del fin del apartheid.

Desde una perspectiva de investigación participativa y a través de diversas entrevistas, Gutman estudia la organización Zochrot (“Nosotras recordamos”, en hebreo)2, fundada en Tel Aviv y compuesta mayoritariamente por activistas judíos israelíes y por algunos palestinos con ciudadanía israelí. Se dedica prioritariamente a la realización de visitas guiadas por antiguos pueblos palestinos desalojados y destruidos durante la Nakba, contando con testimonios in situ de personas refugiadas palestinas y dirigiéndose especialmente a un público judío israelí. Resulta interesante observar cómo Zochrot, actuando al margen del Estado, ha conseguido contribuir a resquebrajar la narrativa oficial israelí que, como afirma Gutman, excluye las voces palestinas y niega sistemáticamente la Nakba. Además, cabe destacar la (re)apropiación que se realiza de las excursiones – una actividad muy extendida en la sociedad judía israelí – para dotarlas de otros contenidos y objetivos que visibilizan las ausencias-presencias palestinas, o, en palabras de Edward Said, la “presencia excluida” o la “ausencia funcional del pueblo nativo”3.

Debe subrayarse que, al igual que las otras dos organizaciones que se estudian en esta obra, Zochrot inició su andadura en los primeros años del siglo XXI, en una coyuntura especialmente difícil en Palestina-Israel. Esto fue debido al fracaso de la Cumbre de Camp David en julio del 2000, a la percepción de que el proceso de negociaciones descarrilaba y a la intensificación de la violencia desencadenada por estos factores y por la irrupción de Ariel Sharón en la Explanada de las Mezquitas, que dio inicio a la Segunda Intifada. Por todo ello, puede considerarse que la tarea de estos “activismos de la memoria” tiene todavía más valor. En especial a la hora de trabajar en la co-construcción de acercamientos entre pueblos o de relatos más inclusivos, escapando de las dinámicas imperantes que hacen que predomine la violencia política y los muros simbólicos y físicos. De hecho, fue en el mismo 2002, año en que se creó Zochrot, cuando el Estado israelí inició la construcción de la barrera de seguridad o de separación (para las autoridades israelíes) y muro de la vergüenza o de apartheid (para el pueblo palestino) en Cisjordania, declarado ilegal en julio de 2004 por la Corte Internacional de Justicia4.

Por su lado, Autobiography of a City (la ciudad a la que se refiere es Yafa, la milenaria ciudad palestina mediterránea contigua a Tel Aviv que desde mayo de 1948 forma parte del Estado de Israel) es un proyecto iniciado a través de la asociación Ayam por personas judías y no judías de Yafa. Generalmente, sus integrantes son artistas o personas dedicadas al mundo audiovisual. Su principal objetivo fue la creación de un archivo digital con testimonios de personas palestinas que vivieron la Nakba y el periodo anterior en Yafa. Autobiography of a City, que también se creó en el complicado año 2000, se apropió asimismo de la recurrente práctica estatal israelí de recoger y difundir testimonios de supervivientes judíos del Holocausto. Por otra parte, desde un honesto y necesario conocimiento situado, Gutman reconoce explícitamente su posición privilegiada como judía askenazí israelí, y, por tanto, las distancias para poder realizar una investigación participativa en condiciones de igualdad, como en los casos anteriores en los que sí militan personas judías israelíes. Desde este punto, la autora explica el trabajo de Baladna (“Nuestra patria”, en árabe), una organización de jóvenes palestinos con ciudadanía israelí creada en 2001 y cuya sede se encuentra en Haifa. Se trata de un movimiento social que combina visitas guiadas, programas con la juventud palestina, debates, encuentros, exposiciones y el establecimiento de vínculos con otras organizaciones. Su objetivo es fortalecer la memoria colectiva y la identidad palestina, la igualdad de género, la pluralidad y la tolerancia, así como la promoción del derecho al retorno de la población palestina refugiada.

Por otra parte, la Ley de la Nakba del parlamento israelí de 2011, que ha pretendido restringir y sancionar tanto la difusión como la conmemoración de la Nakba, se explica convincentemente en el libro como una reacción al aumento de la extensión de este concepto desde la primera década del siglo XXI. Si bien los espacios y relatos palestinos de 1948 han experimentado numerosos procesos de transformación y memoricidio5, históricamente se han vinculado a este término, que posee una gran carga identitaria, mnemónica y simbólica. La Nakba, que significó la limpieza étnica de la mayor parte del pueblo palestino (con la expulsión y conversión en refugiadas de unas 750.000 personas y el desalojo o destrucción de 615 localidades palestinas, según las últimas investigaciones), es el hito más importante en la memoria palestina. En palabras de la escritora italo-palestina Jula Jebreal, “algo que cada palestino siente en su interior, como una herida irreparable, como un cortocircuito en nuestra historia”6. Igualmente, para numerosas personas palestinas, la memoria de la Nakba ha sido un elemento multidireccional. Ha supuesto una relación doliente entre el pasado y el presente o una tensión hiriente entre temporalidades, al tiempo que ha funcionado como pilar central de su identidad colectiva y como una forma de resistencia en una vida vivida en el exilio. La memoria de la Nakba también es indisociable al derecho al retorno de la población palestina refugiada, reconocido por la Asamblea General de la ONU en su Resolución 194 (1948). Paralelamente, desde numerosos sectores palestinos y otros ámbitos se ha considerado y se considera que la Nakba continúa activa en la actualidad a través de la colonización, la limpieza étnica gradual, el apartheid y la ocupación militar israelíes.

También podrían identificarse algunos elementos susceptibles de mejora en el libro Memory Activism: Reimagining the Past for the Future in Israel-Palestine. La obra elude términos y marcos explicativos esenciales para la comprensión de la historia y memoria de Palestina-Israel y que, o bien están asentados desde hace años en el debate académico, o bien son tan relevantes y pujantes en los últimos años que no pueden dejarse de lado. En primer lugar, el concepto de limpieza étnica como categoría clave para la comprensión de 1948, popularizado en el contexto de Israel-Palestina desde la publicación en inglés del libro de Ilan Pappé The Ethnic Cleansing of Palestine (2006) y utilizado en innumerables investigaciones académicas desde entonces. En segundo lugar, hubiese sido enriquecedor mencionar al menos algunos de los conceptos siguientes y las problemáticas históricas asociadas a ellos, entre otros factores porque han afectado o afectan de manera destacada a los procesos históricos y a los problemas con los que trabajan las organizaciones estudiadas. Por ejemplo, apartheid, espaciocidio, memoricidio, urbicidio o etnocracia7.

Asimismo, faltan referencias al carácter fundamental – aunque no únicamente – colonial de la cuestión de Palestina-Israel. Del mismo modo, tampoco se alude, estudia ni trabaja el marco explicativo del colonialismo de asentamiento, de poblamiento o de colonos, dentro del que se están realizando gran parte de los estudios más novedosos, sugerentes y enriquecedores del siglo XXI sobre Israel-Palestina. Aunque no es un paradigma nuevo (tampoco en lo que concierne a la interpretación de esta cuestión), a partir de la obra de Patrick Wolfe Settler Colonialism (1999), el colonialismo de asentamiento se ha ido consolidando como un campo de estudio en auge que cuenta cada vez con más especialistas y publicaciones8, incluyendo algunas periódicas como la revista de acceso abierto Settler Colonial Studies. Es importante tener en cuenta que este paradigma permite cuestionar el carácter excepcional que ha marcado numerosos análisis de Palestina-Israel, ofreciendo la posibilidad de realizar perspectivas comparadas con otros fenómenos históricos y otros contextos como Argelia, Australia, Canadá, Estados Unidos, la antigua Rodesia o Sudáfrica. De hecho, historiadores como Ilan Pappé han destacado la utilidad y la contribución valiosa de este marco explicativo para comprender la problemática israelo-palestina y su prolongación histórica9.

Por último, también hubiese sido interesante, por su relevancia y por su proximidad cronológica, espacial y temática al problema estudiado, incluir alguna referencia al proyecto palestino de historia oral de la Nakba Palestine Remembered10. Fue creado en el 2003 y posee entrevistas grabadas entre aquel año y 2011. Hasta el día de hoy, las personas que trabajan en esta plataforma han realizado y subido a internet más de 600 entrevistas y un total de casi 3.000 horas grabadas, que pueden reproducirse desde la página web del proyecto. De esta forma, se trata de un recurso extraordinario de historia digital para el estudio de la Nakba palestina.

No obstante, se trata de una obra novedosa tanto en el contexto de Palestina-Israel como en otros ámbitos, al centrarse en el activismo de la memoria y vincularlo a intentos legislativos de “prohibir recordar” o establecer narrativas históricas oficiales. Se basa en una importante investigación dilatada en el tiempo e introduce categorías interesantes. Formula con claridad los intencionales “olvidos narrativos”11 y explica adecuadamente los cambios en las memorias dominantes en torno a 1948. También muestra una cuestión de gran relevancia: cómo el centro del discurso respecto a la historia y la responsabilidad política se ha desplazado de 1967 a 1948 – es decir, que el núcleo del problema de Palestina-Israel no se inició con la Guerra de los Seis Días, sino con la Nakba, y así debe reconocerse en relatos y negociaciones – y, en definitiva, como escribió Walter Benjamin, cómo el pasado también exige derechos12.

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1

Shlomo Ben Ami, Cicatrices de guerra, heridas de paz, Barcelona, Ediciones B, 2006, p. 17.

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3

Edward W. Said, “Zionism from the Standpoint of its Victims”, Social Text, nº 1, 1979, p. 29.

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5

Jorge Ramos Tolosa, “¿‘No hay eco en el eco’? El memoricidio de la Nakba y sus resistencias”, Revista de Estudios Internacionales Mediterráneos (REIM), nº 18, 2015, p. 164-186.

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6

Rula Jebreal, La strada dei fiori di Miral, Milán, Bur, 2005, p. 142.

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7

Sobre el apartheid aplicado a Israel-Palestina: Jimmy Carter, Palestine. Peace Not Apartheid, Nueva York, Simon and Schuster, 2006; Uri Davis, Apartheid Israel. Possibilities for the Struggle Within, Londres-Nueva York, Zed Books, 2003 (1987); Ferran Izquierdo, “Las raíces del apartheid en Palestina: La judaización del territorio durante el Mandato británico”, Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, nº 11, 2007, p. 229-255; Ilan Pappé (ed.), People Apart. Israel, South Africa and the Apartheid Question, Londres, I. B. Tauris, 2012; Ilan Pappé (ed.), Israel and South Africa. The Many Faces of Apartheid, Londres, Zed Books, 2015; Desmond Tutu, “Apartheid in the Holy Land”, The Guardian, 29 de abril de 2002; o Ben White, Israeli Apartheid. A Beginner’s Guide, Londres-Nueva York, Pluto Press, 2009. Igualmente, en marzo de 2017, un organismo de las Naciones Unidas, la Comisión Económica y Social para Asia Occidental (ESCWA, en sus siglas en inglés), publicó un informe elaborado por Richard Falk (profesor emérito de Derecho Internacional en la Universidad de Princeton) y Virginia Tilley (profesora de Ciencia Política en la Universidad del Sur de Illinois) en el que se afirmaba que Israel es un Estado de apartheid. Tras la publicación del informe, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, solicitó a Rima Khalaf, secretaria ejecutiva de la ESCWA, su retirada. Khalaf pidió a Guterres que reconsiderara su petición, pero al insistir, la secretaria ejecutiva del organismo de la ONU renunció a su cargo. Inmediatamente después, el informe fue eliminado de la página web de la ESCWA, por lo que solo puede consultarse en otras direcciones de internet como esta: www.alqudsandalucia.org/wp-content/uploads/2017/05/Informe-ONU-Apartheid-17.pdf.

Sobre el concepto de espaciocidio, por ejemplo: Sari Hanafi, “Explaining spacio-cide in the Palestinian territory: Colonization, separation, and state of exception”, Current Sociology, vol. 61, nº 2, 2012, p. 190-205. Acerca de urbicidio: Nurhan Abujidi, Urbicide in Palestine. Spaces of Oppression and Resilience, Londres, Routledge, 2014. Por último, sobre etnocracia: Oren Yiftachel, Ethnocracy. Land and identitypoliticsin Israel/Palestine, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2006.

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8

Frederick Cooper, Colonialism in question. Theory, Knowledge, History, Londres, University of California Press, 2005 y Lorenzo Veracini, Settler Colonialism. A Theoretical Overview, Londres, Palgrave Macmillan, 2010.

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9

Ilan Pappé, “Shtetl colonialism: First and last impressions of indigeneity bycolonized colonizers”, Settler Colonial Studies, vol. 2, nº 1, p. 40-41.

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11

Uri Ram, “Ways of Forgetting: Israel and the Obliterated Memory of the Palestinian Nakba”, Journal of Historical Sociology, vol. 22, nº 3, 2009, p. 366-395.