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100% blanco y villero: conservadurismo rebelde, libremercado y derechas populares

(université San Martín, Buenos Aires - Antropología Social)

Professeur en sociologie et anthropologie

(université San Martín, Buenos Aires)

En un oscuro cuarto, un joven traza con aerosol sobre la pared las palabras Punk Rock. Brillan el cigarrillo y la piel pálida entre pósteres de animé japonés. La música estridente se mezcla con escenas del barrio: paredes grafiteadas, baloncesto, un adolescente con un gato. La gota de clonazepam cae en la boca del cantante de Una Bandita Indie. Un tipo tatuado grita: «¡No estar muertos es un milagro!». Invita a comer asado, fumar porro y abrazar a los familiares. El tema «Otro guacho como yo» evoca la nostalgia de la adolescencia con videojuegos, skate, «falopa» y alcohol. El guitarrista toca frenético, el rock hace temblar. El cantante, con ojos de demonio, celebra sobrevivir a la sociedad a la que combate.

Una Bandita Indie de La Plata se dio a conocer en 2017 con su primer álbum, Irónica existencia, propio del género indie. En sus letras se anunciaba el sarcasmo que distingue a la banda hasta hoy, aunque entonces la ironía primaba sobre los insultos.  Cultores del Oi de los Skinheads hacen sus melodías con las melodías de canciones otrora populares (sobre todo en el mundo popular y en la generación de sus padres). En cada una de esas canciones esbozan el conjunto de principios ideológicos y políticos que conforma un ideario completo. Mucho antes que Milei fuese electo diputado en 2021 la agrupación musical venía desarrollando un barrido a contrapelo de los que se habían difundido como los lugares comunes del progresismo masificado en el contexto de los triunfos electorales encadenados de la versión kirchenrista del peronismo, de lo que la extrema derecha vió como continuidad de sus políticas a través del tibio centro derecha.

Después de los mandatos fallidos de Mauricio Macri y Alberto Fernández, ambos representantes de la llamada «política tradicional» en Argentina, La Libertad Avanza emergió como una opción política capaz de captar la atención de amplios sectores del electorado. Fundado por Javier Milei, un economista que ganó popularidad por sus intervenciones extravagantes en televisión, el partido se definió desde el inicio como liberal-libertario, radicalmente distinto a los otros candidatos y con un estilo provocador que combinaba espectáculo mediático y discurso antisistema.

En las elecciones legislativas de 2021, La Libertad Avanza logró colocar sus primeros diputados en el Congreso nacional, consolidando su presencia institucional. Ingresaron al Congreso Nacional Javier Milei y Victoria Villarruel, quien ya formaba parte del espacio y tenía un perfil más conservador. Dos años después, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2023, la fórmula Milei-Villarruel triunfó con el 55,65% de los votos, frente al 44,35% de Massa.

En este trabajo abordaremos una dimensión específica de este proceso político de radicalización, definida por el entrecruzamiento de un plano y un concepto: por un lado, el plano de la producción cultural que a veces acompaña y otras anticipa la dirección de la política y, por otro lado, la noción de «prosumidores» – entendida como la combinación de la recepción y la producción en determinadas industrias culturales –, que nos permite tomar un caso que puede ser ejemplar. Una Bandita Indie de La Plata es una agrupación musical punk que puede considerarse receptora de las grandes vertientes globales de la radicalización y al mismo tiempo un agente de mediano rango de producción cultural en el que se aprecian las operaciones de composición ideológica y política disponibles en la Argentina contemporánea.

Lo que presentaremos aquí no debe ser entendido como expresión de una elite intelectual influyente sino como un emergente, en el ámbito de la escena musical under, de expresiones de derecha gestadas en una dialéctica que oscila entre la apropiación de las tesituras de ciertos intelectuales y las expresiones de los agitadores en redes sociales. Es, hasta cierto punto, un plano cercano al sentido común. Al abordar algunos tópicos expresados en las letras de la banda, indagando de dónde se nutren, con quiénes dialogan y a quiénes se dirigen, exploraremos la subjetivación popular de derecha que, supone una doble transformación de las «sociologías espontáneas»: de una posición «contra los ricos» a una «contra los políticos» pero también de un cambio en la crítica de los estereotipos: el blanco ya no son los estereotipos de derecha sino los de izquierda señalados como símbolos de hipocresía y decadencia.

Primero señalaremos el contexto de adopción, resignificación y difusión de las nuevas derechas indicandolas condiciones de vida de los jóvenes de sectores populares, en particular, su vínculo con las nuevas modalidades de trabajo y con un Estado que, para ellos, resulta deficiente y en ocasiones perverso. La vida cotidiana es el caldo de cultivo en el que germinan sensibilidades que valoran positivamente la autonomía, el trabajo sobre sí mismos y la libertad, y hace a los sujetos proclives a percibir al Estado como un obstáculo para la realización personal. En segundo lugar, señalaremos la importancia de las redes sociales y los nuevos medios de comunicación para difundir las ideas de derecha, destacando cómo se gestó una sensibilidad política específica que saltó de los foros digitales a las esferas más visibles, hasta erosionar los puntos de vista oficializados por las nuevas izquierdas del siglo XXI. Por último, nos enfocaremos en Una Bandita Indie... como emergente de estas condiciones y exploraremos cómo, en tanto consumidora y promotora de ideologías de derecha, devino en un nudo cultural que, mientras refleja las falencias del Estado y del progresismo, dando forma a un sujeto popular antipopulista.

La experiencia neoliberal

En la Argentina, las afinidades con la performance de la derecha libertaria se fundan en experiencias que se han generalizad o desde hace una década debido al estancamiento inflacionario y al fracaso de gestión de las dos grandes coaliciones políticas nacidas post 2001: su crecimiento actual recoge tanto el efecto de una prédica dogmática y el aumento de los cuadros que podrán dar estructura al movimiento, como las consecuencias de un proceso social que ya había permitido el triunfo de Macri y ahora viene a consolidar, ampliar y radicalizar el polo de la « derecha reforzada ». En estos años se ha ido fraguando una generación cuya experiencia común es haber atravesado el estancamiento primero, y luego los malestares de la pandemia1 y que ahora pretende impactar con fortaleza inusitada el panorama político del país.

 

En focus groups y en entrevistas con inversores en criptomonedas, trabajadores en aplicaciones de reparto y programadores, descubrimos la expansión de un lenguaje económico/monetario con el que los jóvenes describen su experiencia vital en casi todos los niveles. La adquisición de este código implica adoptar categorías y concepciones económicas provenientes del léxico neoliberal y del marketing empresarial, que si bien ganaron terreno en Tik Tok e Instagram, están presentes desde antes en una literatura masiva que para muchos de esta generación representa un mundo de clásicos. Estos productos culturales valoran el tiempo de manera similar al mercado y promueven prácticas que permiten que los consumidores se organicen según las demandas actuales del mercado, entre ellas constancia, concentración y disponibilidad. La distinción tradicional entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio se desvanece ante una concepción en la cual el uso del tiempo fuera del trabajo –el tiempo de relajación y distracción sin pantallas – se planifica y justifica en el marco de técnicas que fomentan la autoproducción de un «yo» como una unidad económica altamente eficiente. Esto se traduce en la búsqueda de motivación ante las constantes demandas que se autoimponen los emprendedores en su carrera hacia el éxito, incluso cuando este ya no signifique «ser tu propio jefe», sino apenas ser más empleable y competitivo en el mercado laboral. Surge así una «optimización del yo» que abarca no solo el rendimiento laboral, sino también aspectos físicos, estéticos y emocionales. La noción de emprendedor pasa a ser una categoría no solo económica, sino fundamentalmente moral, que impulsa a lograr la superación personal mediante la autocreación y autoimposición constantes, con el objetivo de adquirir nuevos conocimientos y habilidades para poder ganar más dinero y/o ser más empleable.

Este proceso puede entenderse como una autooptimización continua2de las características y destrezas personales a través del compromiso, el autocontrol y la retroalimentación crítica hasta alcanzar la mejor versión posible de uno mismo. Las prácticas de autooptimización abarcan áreas como el fitness, la nutrición, la belleza, el rendimiento físico y cognitivo, la sexualidad y las relaciones de amistad. Se utilizan diversas técnicas facilitadas por libros, tutoriales, podcasts de autoayuda, dispositivos de autoseguimiento, suplementos nutricionales o cirugías estéticas.

 

La internalización de estímulos que encarnan una versión del mercado y sus legitimaciones genera un peculiar temperamento: el de los combatientes dispuestos a hacer los sacrificios y pruebas que exige la economía, o cuando menos a reconocer que ese credo es el camino hacia el éxito. Desde este punto de vista, se valora moralmente un estilo de vida que, aunque no esté orientado hacia la guerra, implica habilidades de comando tales como disciplina, fuerza física y moral, inteligencia y mirada estratégica.

La perspectiva de valorizar a los individuos por su capacidad de sobrevivir a la intemperie contrasta con lo que se percibe como una renuncia moral en la «vieja vida» de contratos a largo plazo y protecciones laborales. Muchos jóvenes ven esto como un mérito superior, una capacidad de esfuerzo romantizada. Este modo de vida, organizado contra el miedo al fracaso, el desempleo y la miseria, configura a quienes lo practican como moralmente superiores. Desde esta posición, se critica de manera despectiva, por ejemplo, el empleo estatal, que además de representar déficit fiscal es inmoral en su pretensión de estabilidad sin el mérito del esfuerzo y al resguardo de la competencia constante en el mercado.

En estos nuevos trabajos, como la programación o el reparto, se valora no solo la flexibilidad de horarios y la posibilidad de ingresos complementarios, sino también la capacidad inmediata de ver cómo rinde el esfuerzo adicional, ese plus de energía y horas que cada uno añade al día por su propia voluntad. Los repartidores, por ejemplo, son conscientes de los riesgos asociados con su jornada laboral, desde caer en el ranking y perder oportunidades de ganar más hasta enfrentar accidentes sin un seguro que los respalde. Sin embargo, estos riesgos encuentran un contrapeso en la posibilidad de hacer rendir su esfuerzo en un entorno laboral «competitivo».

Esta valoración de la autonomía conduce a un desprecio por la intervención estatal en sus actividades laborales. Dijo una entrevistada: «No me jodan con derechos que te empobrecen. ¿Por qué nos tienen que regularizar a nosotros y no a los manteros, a los que están cobrando sin trabajar en el Estado, a los que laburan cortando la calle?». La noción de «derechos que empobrecen» refleja la preocupación de los repartidores de que la regularización de su situación laboral pueda reducir sus ingresos. Su postura sobre los «derechos que empobrecen» surge de esta coyuntura y se alinea con una economía informal que prospera gracias a la liberación de regulaciones estatales y sindicales para las oportunidades laborales de aquellos «que quieren trabajar».

Aunque catalizó tendencias ya existentes, la pandemia tuvo dinámicas propias y resulta crucial para entender el deterioro de los lazos entre los jóvenes y el Estado, que condujo a una «derechización» (Ferro, Semán y Welschinger, 2023). El presente económicamente ruinoso suscita un balance retroactivo que modifica la perspectiva sobre la gestión gubernamental de la crisis sanitaria. Muchos que apoyaron medidas de cuidado hoy se arrepienten o adoptan posiciones más críticas («nos encerraron»). Las opiniones «negacionistas» crecieron en la pospandemia desde un presente oprobioso en diálogo con la imagen de la foto de la fiesta clandestina presidencial que revelaba a sus ojos la hipocresía de la política de cuidados y certifica que los políticos llevan una vida de vicios que todos podían imaginar. La confirmación de la perversión de aquellos que debían ser ejemplares en el cuidado erosionó la confianza en el Estado, y la política en un episodio que es parte de una erosión más amplia en la relación de los ciudadanos con el Estado. Pero hay un recorrido inverso y complementario que también fue iluminado por la pandemia: en su transcurso, las promesas acerca del Estado salvador, más allá de las virtudes y concreciones de las políticas públicas, se vieron contrastadas por la evidencia de que muchos tuvieron que intentar salvarse solos. La característica crucial de la pandemia fue poner al Estado en un lugar imposible donde todo lo que hiciera estaría mal porque el virus, la vacuna y la dolencia eran discutibles y porque los medios para discutirlo estaban a disposición de todos. En ese contexto se agudizó la crisis de confianza en el Estado, que a su vez puso en crisis a los partidos políticos y potenció las posiciones liberales en un grado inédito.

El repartidor de Pedidos Ya que pedalea por las calles de tierra o acelera su moto en las zonas oscuras, el estudiante que abandona su carrera universitaria para aprender Python impulsado por el sueño del nomadismo digital, la joven que emprende por Mercado Libre vendiendo desde ropa hasta artesanías, los que dan clases por zoom para el exterior y cobran en criptomonedas, todos ellos comparten algo en su proceso de politización: sus experiencias con lo público (lo que muchos en los grupos focales llaman «los tres pilares: educación, salud y seguridad») los conducen a la crítica social del «estado del Estado». Sus cuestionamientos se concentran en lo que perciben como una «mímica estatal» y los llevan a señalar las inconsistencias. Como dice Verónica Gago3, existe un neoliberalismo desde abajo que no sólo no ha sucumbido ante la restitución del Estado de bienestar que ensayó, con limitado éxito, el kirchnerismo, sino que se caracteriza por «la proliferación de modos de vida que reorganizan las nociones de libertad, cálculo y obediencia, proyectando una nueva racionalidad y afectividad colectiva4».

 

 

Otro aspecto crucial para entender el proceso de subjetivación política contemporánea es la inestabilidad monetaria. La crítica generalizada a la inflación y el respaldo a la dolarización como una salida a la crisis representan una demanda juvenil de previsibilidad y futuro. En consonancia con la crítica a la mímica de estatalidad, se manifiesta la crítica al peso argentino como una moneda fallida. Según estos jóvenes, así como el Estado dice estar presente pero se revela impotente en aspectos claves de la vida en común, el peso argentino se revela como una moneda fallida. Este sentimiento a menudo los impulsa a refugiarse en monedas extranjeras o activos digitales y allí vuelven a toparse con las intervenciones del Estado para regular el mercado de divisas, lo que refuerza su percepción del Estado como obstáculo.

Hasta aquí, hemos descripto experiencias de vida de contingentes cada vez más amplios de jóvenes de sectores populares de la Argentina. Sus trayectorias los llevan a identificar al Estado como una traba para su desarrollo personal y a los políticos como una élite perversamente privilegiada por ese aparato que a ellos solo les trae fracasos y frustraciones. Y en ese contexto se encuentran con distintas vertientes de la derecha que, como se analizará en el próximo apartado, circulan cada vez más por el mundo digital.

Las derechas en el mundo digital

Crecientemente, sectores de la derecha cuestionan las ideas de la izquierda, a veces tildándolas de conservadoras, e insisten en que los rebeldes son ellos, oponiéndose a los discursos oficiales difundidos por los medios mainstream, las escuelas y las universidades. Pablo Stefanoni5 ha destacado la diversidad de las ideologías nucleadas bajo los distintos términos que designan a las derechas. Lo que todas tienen en común es la promoción de la «batalla cultural» y la adopción de rasgos provocadores y antisistema.

 

Este fenómeno no es del todo nuevo. Siempre hubo ideólogos, think tanks, intelectuales públicos y artistas que contribuyeron a divulgar las «verdades» de diferentes corrientes de derecha contra el «sentido común de izquierda». Lo que sí es novedoso es que las nuevas tecnologías y la alta conectividad han modulado estas propagandas, otorgando a estos discursos una capilaridad inédita y una conexión sin precedentes con diversas comunidades a lo largo y a lo ancho del planeta. La digitalización y las redes sociales han democratizado la capacidad de intervención pública, permitiendo que personas que no necesariamente pertenecen a los espacios clásicos de difusión del conocimiento, como las universidades o el periodismo, intervengan de manera contundente como difusores de tropos asociados a determinadas ideologías.

En los pliegues de los dispositivos se gestaron espacios de difusión de corrientes de pensamiento que cuestionan la supuesta hegemonía de la corrección política. Las formas institucionalizadas del decir fueron erosionadas, de manera lenta pero tenaz, por diversos canales que buscaban una renovación hegemónica. Supremacistas blancos, aceleracionistas, libertarios y neoconservadores compartieron espacios en redes sociales y foros donde se enfrentaron, discutieron, se insultaron y ocasionalmente coincidieron frente a un enemigo común: «la izquierda», «el progresismo», «el comunismo» y/o «el marxismo cultural».

Además de los submundos digitales, las derechas han expandido su presencia en lugares más visibles del espacio público digital. Los influencers con miles de seguidores desempeñan un papel fundamental en la difusión de ciertas ideologías6. En el caso latinoamericano, Kessler, Vommaro y Paladino7 sostienen que las derechasmainstream se vieron condicionadas por el «giro a la izquierda» del inicio del tercer milenio y dejaron al sector más conservador sin representantes en las urnas y con un déficit de legitimidad en el espacio público.

Ante esta situación, algunos influencers emergieron para representar a esos públicos «abandonados» por las derechas más convencionales. Algunos se vinculan directamente con la estructura política, mientras que otros mantienen relaciones fluidas con redes de alcance internacional. Aunque sus agendas son variadas (algunos se ocupan de temas «económicos», otros de temas «culturales»), lo que los une es el enemigo común: llámese «marxismo cultural», «peligro populista» o «chavización». De este modo, think tanks, intelectuales, agitadores en redes e influencers trabajan mancomunados en la formación de un bloque contrahegemónico anti-corrección política. Como muestran Goldentul y Saferstein8 aunque muchos de estos influencers son conscientes de sus diferencias, la virulencia discursiva contra sus adversarios políticos va acompañada de un llamado a la tolerancia entre las diferentes corrientes ideológicas que confluyen en la derecha política. A propósito de esta convergencia, Stefanoni9señala las afinidades electivas entre conservadores y libertarios, resaltando la oposición a la «mentira igualitaria», el desprecio por lo «políticamente correcto», la suspicacia hacia los políticos, la incomodidad con la democracia y el rechazo hacia los «guerreros de la justicia social». En virtud de esta diversidad, corrientes ideológicas aparentemente contradictorias pero unidas por un enemigo común configuran una máquina de guerra rizomática que busca conquistar a la sociedad civil antes de lanzarse a la contienda electoral10.

Estos actores adaptan discursos de redes internacionales a realidades locales, desplegando un eficiente dispositivo de difusión de ideologías y sensibilidades políticas de derecha. En el próximo apartado nos enfocaremos en un conjunto punk del conurbano bonaerense, al que entendemos como un caso específico en el que estas corrientes trasnacionales son apropiadas, significadas y puestas en circulación en el contexto nacional.

Una Bandita Indie de La Plata: la derecha punk

La producción de la banda musical puede considerarse como un recorrido en el que punto por punto desafían una camada de sentidos que se había ido constituyendo desde inicios de los 2000 tanto en la oferta política, en amplias camadas militantes juveniles, en expresiones culturales masivas que no sólo respondían a una política oficial sino, sobre todo a una demanda engendrada previamente en los años 1990, durante el apogeo del neoliberalismo y la presidencia de Menem. Las visiones de la economía, la historia, los valores emergentes en aquella década consagraban el mercado, la apertura global, la superación del peronismo y la de los temas de la transición a la democracia en el país (enjuiciamiento de la dictadura militar, crítica de sus políticas económicas, etc). Con el desgaste de la ola de los gobiernos nacional populares en la Argentina y el continente estas expresiones emprendieron un movimiento de demolición/reconstrucción del sentido común: reivindicación de la dictadura militar, del gobierno de Carlos Menem, crítica del igualitarismo, postulación de supremacismos socioculturales. El conjunto de las intervenciones de la Bandita Indie, hasta su propio nombre, sintomatizan la emergencia de una nueva capa del sentido común.

Ubicados en La Plata, ciudad universitaria de sentido común progresista que ha dado un impulso a una declinación de la tradición « indie » (sobre la multivocidad y combinación de los sentidos del término en La Plata ver Boix 202511) los músicos hacen jugar el contraste entre los elementos suaves, románticos y culturalmente pluralistas del género y una performance que con lógica punk transformada quiere decirle al mundo que ellos son las flores que han crecido en la basura del falso jardín progresista. La Bandita Indie… protesta con la simple ostentación del malestar. Podrán reverenciar el ideal racista y la disciplina de combate pero se narran con problemas de personas débiles:

«me queda un gatito,

también una perrita

cuatro neuronas y dios,

Me queda ansiedad y migraña

me quedan nostalgia y

me queda el punk rock»

Consumidos por el consumo, se presentan como el detrito de la sociedad que critican.

La crónica sucia como forma de protesta había aparecido en Argentina de la mano de géneros que no formaban parte del catálogo tradicional de la música de protesta pero encarnaban esa actitud de forma objetiva. La cumbia y el rock de final de los años 2000 encarnaban esa actitud en generaciones anteriores agobiadas por el desempleo y el ataque a los restos del welfare por el neoliberalismo. En esa música tambien se cultivaba una crítica de la clase política que cedió transitoriamente ante la bonanza de la primera década de los 2000. Pero ante el estancamiento de la segunda década esas expresiones resurgen o se recrean. La tentativa de imposición de una narrativa progresista «desde arriba» ha sido al mismo tiempo el estímulo para la reactividad y el enemigo de estos posicionamientos. La Bandita Indie… hace un manifiesto contra el progresismo punto por punto.

En «Tengo un aborto y un perro», la banda construye un personaje que ellos consideran arquetípico del progresismo para burlarse de la trivialidad de sus demandas: «a la mierda la familia tradicional y el machismo heteropatriarcal, a la mierda la homofobia y discriminación, a la mierda el fascismo y el clasismo bro [...] no me obliguen a parir, ni me metan presiones, soy dueña de mi cuerpo y decido qué hacer.» En ese entonces, la banda estaba enfocada en los problemas de coyuntura. En ese tema, por ejemplo, alude de manera explícita a la demanda a favor de la despenalización del aborto que convocaba a diversos sectores de la izquierda y del progresismo. Asimismo, en la canción «Where is Santiago Maldonado?» se utiliza el mismo recurso de asumir la posición del adversario para ridiculizarlo, esta vez a propósito de la desaparición del activista a favor de los mapuches12.

Su segundo disco, 4 en 1, también salido a la luz en el año 2017, se incluye un tema que es una celebración del capitalismo, tópico recurrente en sus letras hasta la actualidad. En «Capitalismo me salvó», un joven con el corazón roto le cuenta a la mujer que lo abandonó que logra sobreponerse a su desdicha gracias al consumo. La tónica de las letras del segundo disco mezcla la ironía con la confrontación explícita y los insultos. En «Zurdo panfletero» se describe así a los adversarios políticos de la banda, los «zurdos»: «son unos panfleteros, hijos de remil putas, dicen ‘somos pobres’ mientras toman frula». El señalamiento de las incongruencias del progresismo o de la izquierda es una constante en la discografía de la banda, aunque poco a poco esas críticas se fueron articulando con mayor virulencia, en paralelo con el ascenso de la «derecha de la derecha» en el espacio público digital y offline.

El primer hit de la banda, que marcó su tono punk definitivo, es «Javier Milei, el último punk». Lanzado a inicios de 2018, anuncia que Milei es su «líder» y su «gran referente». De manera visionaria, el estribillo reza «Javier Milei, futuro presidente, Javier Milei, el último punk». La canción mezcla expresiones del economista con un lenguaje silvestre: «a la mierda los malditos empresaurios», «basta de basura keynesiana, ha llegado el momento liberal», «siempre en contra de la presión tributaria», «siempre en contra del estatismo abusador». El hecho de que haya sido publicada en 2018 pone de manifiesto que el mileísmo precedió a Milei, lo que denota la existencia de un clamor que no era sin programa: la rebeldía de la Bandita Indie no solo es hostil al progresismo y al peronismo, también tiene afinidades. La identificación de los empresaurios (empresarios no innovadores y prebendarios) como la crítica de la «economía keynesiana» muestran que en el sentido común había una sensibilidad que no solo debe su existencia a las interpelaciones. En todo caso ellas surgen en diálogo entre exploradores culturales hormiga (mennochios de la derecha emergente) que le dan al discurso libertario una estructura de acogida y digestión.

Una de las características de Una Bandita Indie... es su vínculo crítico con el «intelectualismo». Si bien por un lado rechazan a los intelectuales y divulgadores que asocian a la izquierda, por el otro se aprecia en sus letras una apropiación parcial de las grandes vertientes del liberalismo y asimismo cierta familiaridad con los autores que rechazan. Así, en «Fuckultad zurda», el grupo propone una suerte de revolución epistémica en concordancia con la hipótesis de Stefanoni13. Contra un docente universitario que «va de disruptivo, se cree muy transgresor», la banda rechaza las miradas de actores que en sus hipocresías y faltas organizan la hegemonía del progresismo:

Freud era merquero

Foucault era un depravado

Marx era más vago

que el gordo Baradel

O sea todo piola

con que sean enfermos

pero no era necesario

tenerlos que leer

En «Fuckultad zurda: 2da Parte», continúan la crítica del progresismo narrando las desventuras de un joven que sufrió adoctrinamiento izquierdista en todas las instituciones educativas, desde el jardín de infantes hasta la universidad. Mencionan a diferentes personalidades que influyen en su forma de pensar, entre otros Joaquín Bochaca, el historiador español negacionista del holocausto nazi. Luego distinguen a sus referentes de los del progresismo:

Prefiero a Aldo Rico

que a Nico del Caño

antes que Vicky Donda

a Vicky Villarruel

antes que un comunista

me quedo con Laje

antes que un keynesiano

yo me quedo con Milei

antes que un zurdito

me quedo con Videla

antes que un piquetero

me quedo con Pinochet

antes que un progre

me quedo con Donald Trump

y antes que con Lacan

con la francesa de Le Pen

Una Bandita Indie de La Plata - « Fuckultad zurda : 2da Parte »

El antiintelectualismo de Una Bandita Indie de La Plata surge de una cierta familiaridad con el conocimiento académico, que les permite una apropiación parcial de eso que identifican con la izquierda y con el progresismo para luego rechazarlo. Mencionan en sus letras a autores como Marx, Foucault y Lacan para descalificarlos o burlarse de las ideologías políticas que, según entienden ellos, están a favor del Estado. Esta «crítica de la crítica izquierdista» surge de una apropiación, también sui géneris, de ciertas afirmaciones de intelectuales o influencers de derecha (desde Hayek hasta Agustín Laje) a cuyas ideas llegan quizás leyéndolos, pero también a través de las redes sociales y de productos culturales que no son libros. Además, tal como sucedió en los Estados Unidos con algunos bloggers tras el triunfo de Trump, el éxito de Una Bandita Indie... parece incentivado por el ascenso de figuras como Victoria Villarruel, Agustín Laje y Nicolás Márquez en espacios offline. En la medida en que la banda ganó suscriptores y cantidad de reproducciones, comenzó a tener relación con otros difusores de ideologías de derecha. Varios de sus videos comienzan con saludos de influencers o intelectuales de derecha, lo cual indica su carácter de prosumidores: son receptores, pero también divulgadores de mediano rango de esas ideologías y sensibilidades.

Por otro lado acompañan el giro histórrico de las extremas derechas. La proximidad demostrada por la banda con la simbología nazi y la reivindicación explícita de personajes protagónicos de las dictaduras latinoamericanas deja lugar a una aproximación a una versión de Israel que es cultivada por la extrema derecha contemporánea. En sus letras abundan críticas al sistema de representación democrático en tanto que ellos se reivindican skin heads y lucen como tales, tienen un tema dedicado a Jorge Rafael Videla, y recuperan la bibliografía de filósofos argentinos que otrora coqueteaban con el nazismo como Alberto Buela. Y al mismo tiempo, o, más bien, poco después, se esfuerzan por distanciarse de los líderes de los fascismos del siglo pasado y se burlan de los intentos progresistas de asociarlos a eso. El giro en relación al judaismo es notable: en anciones como Judío Solitario en Navidad, donde la banda asume la voz de un hombre judío que, descreyente de Jesús Cristo, no entiende el ritual. El tono de la canción es ciertamente irónico, y mediante la exotización sarcástica, demarca una alteridad con lo «hebreo» – vocativo que en Argentina es de clara raigambre antisemita:

Hanukkah es agradable, pero ¿por qué?

Santa no va a mi casa ningún año

Y en vez de comer jamón,

como panques de papa Cosher

En vez de Noche de Paz,

canto 'Huhash Dogavish'

¡Díganme por que carajo

es eso de encender todas esas velas!

Soy un Judio

Solitario

Estaría alegre

Pero soy hebreo

En Navidad.

Dos años después, en 2019, estrenaron Una chica de la colectividad. Un joven se enamora de una mujer hebrea que le hace descubrir la falsedad de los históricos estereotipos sobre el pueblo judío:

Yo estaba convencido de ese burdo estereotipo,

de que eran pijoteros y nunca iban a pagar,

por eso fui preparado,

con dinero en efectivo

 y fue grata mi sorpresa,

cuando ella puso la mitad

Sin embargo, la nostalgia por las costumbres argentinas lo traen de vuelta a su país:

Fueron muy amables,

muy rico el faláfel

 pero yo quiero un matambre...

adiós Jerusalén!

Israel sigue entonces ocupando el lugar de la alteridad, pero los atributos sexuales de la chica y el enamoramiento hacen que el narrador abandone sus prejuicios:

su pueblo sufre un estigma

 y no tiene solución,

a la chica de la Colectividad

la acusarán de mezquindad

y yo antes los prejuzgaba

y amaba la revisión,

pero qué bien me la chupa,

put* que lo re parió!

 

La foto que acompaña la canción en el canal de YouTube de la banda es una mujer soldado presumiblemente del ejército de Israel que porta un fusil. De esta manera, a pesar del sexismo explícito, la banda se aleja del revisionismo y anticipa el alineamiento con Israel, aunque sin abandonar la estética punk-skinhead que la caracteriza hasta el día de hoy.

La misma ambigüedad se observa respecto al eje izquierda-derecha. En muchas de sus letras buscan salirse de esa cartografía política, conforme a lo observado por Forti14 respecto de ciertas extremas derechas contemporáneas «rojipardas». En este sentido, es posible pensar a la banda como parte de la expresión cultural de lo que Rosanvallon llama «contrademocracia»15, el «entrecruzamiento de prácticas, de puestas a prueba, de contrapoderes sociales informales y también de instituciones, destinados a compensar la erosión de la confianza mediante la organización de la desconfianza». Una desconfianza cuyo objeto principal es la democracia liberal y que constituye un síntoma más del astillamiento del «Pacto del Nunca Más» analizado por Franco y Lvovich (capítulo 9)16, y de la democracia, en general, analizado por Tomás Borovinsky, Martín Plot y Daniela Slipak (capítulo 7)17.

La identificación política de Una Bandita Indie... se constituye en oposición al progresismo, y algunos tropos de la izquierda aparecen con mayor frecuencia en sus canciones. Uno de ellos, conforme a lo observado por Torriccella (capítulo 6)18, es el feminismo. Sus letras expresan un sexismo que surge de la creencia en el carácter natural de los sexos y acusan a la empresa de «deconstrucción» de pretender subvertir el orden natural (y divino, ya que en ocasiones también se reivindican cristianos):

Generación idiota

se burlan de los patriotas

del concepto de familia

no tienen alma ni ser

Pero, además, su antifeminismo proviene de que ellos consideran que se trata de una ideología que atenta contra las costumbres de los sectores populares:

Muy linda teoría

todo muy marxista

te piropea un obrero

y vos lo escrachás

tus problemas son esnobistas

de zurdo burgués

primermundista

En efecto, Una Bandita Indie de La Plata considera que el feminismo y el progresismo en general no son más que una mímica de rebeldía que, en verdad, está al servicio del Nuevo Orden Mundial que ataca los valores occidentales:

Generación idiota

que se creen la rebeldía

y son rameras adiestradas

por el nuevo orden mundial

La verdadera rebeldía es, a sus ojos, la que representan ellos. Su antiprogresismo reposa en una cosmología política conspirativa que identifica un Nuevo Orden Mundial que amenaza los valores tradicionales de Occidente. En este sentido, el espíritu de la banda participa de una perspectiva decadentista creciente en la Argentina que se expresa con claridad en su tema El fútbol de antes. Sin embargo, en este caso el relato de la decadencia no se vincula, como en su versión más frecuente, con la intervención del Estado en la economía que habría signado la política económica argentina desde hace un siglo19. El declive se vincularía con la pérdida de la masculinidad y con la mezcla de las etnias:

Antes jugaban los hombres

eran once tigres prestos a morir

Hoy: pura pose y no corren

pierden por 10 goles

y suben un tuit!

Antes había buenas etnias

poco mestizaje y chapa de campeón

Ahora: sucedáneos raros,

de vil procedencia,

alma de perdedor !

Y su antifeminismo también puede leerse como una revancha simbólica contra lo que se ha dado en llamar «la casta», el Nuevo Orden Mundial y sus esbirros. En «Chetita», de 2019, le cantan a una mujer blanca de la «aristocracia»:

sos de la aristocracia

tenés un perrito francés

no es que yo sea marxista,

pero sos blanca y lo sabés bien

Y acto seguido, con su habitual tono de «incorrección política», hacen descripciones obscenas del cuerpo de la mujer. Se trata de un cuestionamiento no corporativo a las jerarquías sociales y, en particular, económicas20.

Este carácter «conservador», decíamos, asume la forma de una reivindicación de características que consideran nacional y populares, la idiosincrasia y ciertos ídolos del «folklore», como Maradona o Ricardo Iorio. Para la banda, lo nacional/popular está representado en la fórmula «100% blanco y villero», título de uno de sus hits. Se trata de un etnonacionalismo plebeyo que descansa en una idea de «etnia argentina», que también se vería amenazada por el Nuevo Orden Mundial. La esencia argentina, para ellos, no es totalmente europea pero tampoco totalmente latinoamericana: «Es algo mucho más propio, es algo mucho más folk». Y esa verdadera identidad nacional «blanca y villera» se encuentra en los barrios, en el modo de vida humilde y resiliente de los obreros contra el cual atenta la agenda progresista impulsada por los centros del poder mundial. Así, ellos aparecen como defensores de una identidad y una ética nacionales que están siendo amenazados. El nacionalismo es rebelde, ya que se opone a los objetivos de las élites mundiales en mancomunión con actores nacionales. Como expresan en una canción de su último álbum:

En el barrio

odiamos a los caretas

políticos de mierda

de derecha o de izquierda

putos antifascistas

basura ecologista

odiamos a tu mundo

de rebelde burgués

Se trata, parafraseando a Thompson21, de un «conservadurismo rebelde», pero no adverso a las leyes del mercado, sino a lo que se entiende como una nueva empresa de colonización de las prácticas y mentes de los sujetos: el progresismo. Por otro lado, este etnonacionalismo plebeyo no reivindica de manera explícita la superioridad de lo «100% blanco y villero». Una Bandita Indie..., a tono con distintas vertientes de las derechas contemporáneas, se embandera con «el derecho a la diferencia», esto es, a la no mixtura entre diferentes etnias.

 

Por último, la condensación de antiintelectualismo, populismo etnonacionalista y cosmología política conspiracionista se expresa en lo que llamamos «masculinismo de mercado». La experiencia del mercado genera una moralidad específica en el contexto de la crítica al Estado y a la política22. El «masculinismo de mercado» puede interpretarse como una vertiente específica, popular, de esa construcción de moralidad. La evaluación positiva de la masculinidad es una forma de afirmar el valor de saber sobrevivir a las leyes naturales que rigen el mundo y que son también las leyes del mercado. Pedir el amparo del Estado, de movimientos sociales o de quien sea es no bancársela, ser «puto», cómplice de la – tomando prestada la expresión de Caggiano – «apropiación del plus de esfuerzo de los individuos». También lo es decidir dejar el país:

Yo no soy como esos trolos

que siempre dicen me voy

yo me quedo hasta que arda

total amo el calor

 

 

Así, Una Bandita Indie... se apropia del Do it yourself que fue emblema de la escena punk británica para señalar la autonomía, no ya como aspiración, sino como imperativo23. El masculinismo de mercado aparece como una «cultura del aguante» a favor del libremercado. Se trata no sólo de la elección de la desigualdad24, sino de una ética de resistencia ante ella. Sin embargo, como se dijo más arriba, no es un llamado a la pasividad; por el contrario, las jerarquías son cuestionadas constantemente, pero no de manera corporativa. Sus letras, en resumen, expresan un nuevo régimen de desigualdad meritocrático25 y una economía moral que le es concomitante: la desigualdad tiene que ser resistida, tolerada, soportada estoicamente. Esto último coexiste con cierto darwinismo: ellos no desconocen que el mundo por el que bregan implicaría la adaptación o la desaparición de los «putos»; todo sea para recuperar los valores de Occidente. No obstante, como ya señalamos, no se debe suponer que esta defensa a ultranza del libremercado sea homóloga a una reivindicación de los privilegiados. Es un liberalismo popular, plebeyo, de barrio.

 

Conclusión

Si el rock chabón narró la crisis de los años noventa para los sectores populares, grupos como Una Bandita Indie de La Plata encarnan la vivencia de la crisis contemporánea. A fines del segundo milenio, el rock chabón constituía una reivindicación del mundo que quedaba atrás en el marco de una reestructuración social políticamente comandada y su apego a los «buenos viejos tiempos» tenía valor político de resistencia que, antes que declamarse o proyectarse como tal, se actualizaba en la veneración de un tiempo que el resto de la sociedad comenzaba a denostar26. En la actualidad, por el contrario, contingentes de trabajadores precarizados, informales, desafiliados expresan su descontento de un modo asumido, doctrinario. Esto es producto de una relación con recursos técnicos y simbólicos que no solo permiten la expresividad de una generación sino que también hace que se sustraigan a radares diseñados para otras capturas que hoy funcionan en el vacío produciendo una mirada ciega.

Una Bandita Indie de La Plata y sus seguidores ilustran cómo individuos de origen popular, en un contexto tecnológico y musical específico, pueden contribuir a la formación de una subjetividad de derecha, opuesta a la tradición populista de izquierda. Esta nueva subjetividad surge de la contradicción que afecta a los sectores populares, que perciben cómo la falta de solución a problemas estructurales intentó ser compensada con una agenda que para ellos resulta poco importante o al menos de menor relevancia. El problema no es la oferta de derechos en sí, sino la presentación de la misma como compensación, una suerte de asunción tácita de la persistencia de los problemas de fondo. En esa contradicción percibida y denunciada se articula un espíritu de restauración conservadora que retorna con fuerza a los tópicos de la misoginia, el masculinismo y una construcción racista de la nacionalidad combinada ahora con el elogio del mercado. Todo esto en el marco de que, producto del conjunto del proceso político, social y económico hay una crítica generalizada de la economía, de la política y, fundamentalmente, del Estado, que se aceleró con la pandemia.

Los componentes contrademocráticos – en el sentido de expresiones censoras por parte de la sociedad civil para juzgar el accionar de la sociedad política – no son novedosos en la música popular. La novedad radica, quizás, en su amplia difusión de estas expresiones, como sucede con los raperos en el transporte público: incluso aquellos que critican a los ricos manifiestan resentimiento hacia « la casta » y denuncian la negligencia y el encapsulamiento de las élites políticas. En lugar de reflejar nostalgia por tiempos preneoliberales, se alinean con ideologías que antes eran despreciadas por el «rock chabón». Esto no se debe sólo a operaciones de ideologización exitosas de los sectores dominantes; los sujetos no son receptáculos pasivos de discursos externos. Para que un discurso sea aceptado debe hacer sentido, debe tener algún grado de afinidad con la experiencia de los sujetos. La condición de recepción de este tipo de ideologías es lo que llamamos la «experiencia neoliberal».

Por último, los vínculos de Una Bandita Indie de La Plata con divulgadores, intelectuales y políticos de extrema derecha sugieren ciertos rasgos estructurales de estas nuevas expresiones políticas. Sus conexiones con Milei y personas del círculo mileísta expresan, por ejemplo, una de las características de las derechas extremas del siglo XXI: su permeabilidad hacia los grupúsculos neonazis27.

En la primera versión de este texto, escrita en el año de las elecciones presidenciales, señalábamos que el futuro inmediato revelaría

«en qué medida estos partidos responden a la ventana de Overton, cuánto pueden influirla y, en última instancia, si la presencia de Milei en el poder impulsará o no la proliferación de grupos similares y su mayor visibilidad en el espacio público, o si la traición a la radicalidad prometida durante la campaña hará que estos grupos que hoy apoyan al nuevo gobierno mañana se le vuelvan en contra».

Pocas semanas antes de la escritura de estas líneas, a mediados de 2025, a menos de dos años del triunfo electoral de La Libertad Avanza -tiempo en que la presencia de la banda en redes sociales ha disminuído enormemente- La Bandita Indie… sacó una nueva canción que es la Intro a su próximo álbum, 100% antisocial. La descripción del video dice lo siguiente:

«El album contará con 15 canciones al parecer. Y esta pieza es la que comienza la obra. Un punk al palo, vertical, dejando las cosas claras. Las intenciones, la crudeza, los principios, y los (dis)valores de Una Bandita Indie. Tiene los condimentos de siempre, a una velocidad algo inusual, coqueteando con el hardcore punk mas primitivo. Un saludo a todas las ratas. Les deseo armonía. Lo de siempre. Espero que sonrían de vez en cuando.»

La letra anuncia la reaparición de la Banda y reivindica la coherencia que siempre la ha caracterizado:

Le cantamos a Videla

y a la Junta Militar

mientras vos soplás la vela

de este nuevo Orden Mundial

Fieles a nuestro estilo

100% ratas punks

Fieles a nuestro estilo

100% marginal

Todo esto se da en un contexto de adelgazamiento del apoyo a Milei (sin que esto se traduzca necesariamente en pérdida de votos) tras que el modelo económico del gobierno presente síntomas de debilidad y se divulgaran las primeras pruebas de presuntos hechos de corrupción. Además, desde el inicio, el gobierno incorporó a su staff a buena parte de políticos tradicionales que conformaban la llamada «casta». Sin forzar la interpretación, es posible vislumbrar en el título del nuevo álbum de la banda, en su repliegue relativo de las redes sociales, en sus deseos de que sus seguidores puedan «sonreír de vez en cuando», así como en la insistencia en su carácter de «punk» y «marginal», un cierto desencanto con respecto al gobierno al que apoyaron desde el inicio que habría anticipado el desencanto que hoy se vuelve masivo y que se expresa, sino en una migración del voto, sí en un enflaquecimiento de la convicción y en el aumento del voto en blanco.

Que quede claro. Si nuestra hipótesis es correcta, esto no denota, es preciso remarcarlo, una transformación ideológica de la banda ni de sus seguidores. Su falta de representatividad política no implica la extinción de los repertorios ideológicos barajados en sus letras. De la misma manera que Una Bandita Indie… encontró tan sólo ex post en Milei y en Villarruel políticos que canalizaban al menos en cierta medida las convicciones de sus integrantes, el hecho de que momentáneamente se encuentren en orfandad política no significa que no vayan a encontrar en algún momento un partido que los represente.

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    1

    Pablo Semán et Nicolas Welschinger, «Juventudes mejoristas y liberalismo de masas», in Pablo Semán (coord.), Está entre nosotros, Buenos Aires, Siglo XXI, 2023.

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    2

    Daniel Nehring, Anja Röcke, «Self-optimisation : Conceptual, discursive and historical perspectives», Current sociology, 72(6), 2024, pp. 069-1087.

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    3

    Véronica Gago, La razón neoliberal, Buenos Aires, Tinta Limón, 2014.

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    4

    Véronica Gago, La razón neoliberal, Buenos Aires, Tinta Limón, 2014, 10.

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    5

    Pablo Stefanoni, La rebeldía se volvió de derecha, Buenos Aires, Siglo XXI, 2022.

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    6

    Philip Mirowski et Dieter Plehwe (coord.), The road from Mont Pélerin : the making of the neoliberal thought collective, Cambridge, Harvard University Press, 2009. Chantal Mouffe, Georgina Turner, «Democracia y nueva derecha», Revista mexicana de Sociología, 43, 1982. Ico Maly, « Metapolitical New Right Influencers: The case of Brittany Pettibone», Social Sciences, 9(7), 2020. Steven Forti, Extrema derecha 2.0, Madrid, Siglo XXI, 2021.

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    7

    Gabriel Kessler, Gabriel Vommaro, Martín Paladino, « Antipopulistas reaccionarios en el espacio público digital », Estud. sociol [online]. 2022

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    8

    Analía Eugenia Goldentul, Ezequiel Andres Saferstein, «Los jóvenes lectores de la derecha argentina», in Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación, 112, 2022, pp. 113-131.

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    9

    Pablo Stefanoni, La rebeldía se volvió de derecha, Buenos Aires, Siglo XXI, 2022.

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    10

    Ezequiel Saferstein, «Entre libros y redes. La batalla cultural de las derechas radicalizadas», in Pablo  Semán (coord.), Está entre nosotros, Buenos Aires, Siglo XXI, 2023, pp. 123-162.

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    11

    Ornella Alexandra Boix, Indies y profesionales: Sellos y amistades en La Plata, La Plata, Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Ensenada: IdIHCS, 2024. https://doi.org/10.24215/978-950-34-2377-6

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    12

    El «caso Maldonado» conmovió la política argentina en el año 2017, bajo la presidencia de Mauricio Macri. Santiago Maldonado había participado en un corte de ruta en defensa de tierras ancestrales tradicionalmente ocupadas por la comunidad mapuche, que fue disuelto con la intervención de la Gendarmería Nacional. El joven estuvo desaparecido más de dos meses hasta su aparición sin vida en el río Chubut. El hecho se convirtió en una gran polémica nacional a propósito de si había o no responsables: algunos justificaban la intervención de las fuerzas armadas y otros cuestionaban la política de la entonces Ministra Nacional de Seguridad, Patricia Bullrich.

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    13

    Ornella Alexandra Boix, indies y profesionales: Sellos y amistades en La Plata, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Ensenada: IdIHCS, 2024. https://doi.org/10.24215/978-950-34-2377-6

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    14

    Steven Forti, Extrema derecha 2.0, Madrid, Siglo XXI, 2021.

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    15

    Pierre Rosanvallon, La contrademocracia, Buenos Aires, Manantial, 2007.

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    16

    Marina Franco, Daniel Lvovich, «Historia Reciente : apuntes sobre un campo de investigación en expansión», Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, «Dr. Emilio Ravignani», n° 47, 2017, pp. 190-217.

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    17

    Tomás Borovinsky, Martín Plot, Daniela Slipak, «Milei y los horizontes de lo político. Crisis de régimen y anhelo de clausura de la incertidumbre democrática.» in Alejandro Grimson (coord.) Desquiciados, Los vertiginosos cambios que impulsa la extrema derecha, Buenos Aires, Siglo XXI, 2024, pp. 169-188.

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    18

    Andrea Torricella, « La reacción cultural y la cuestión de género. », in Alejandro Grimson (coord.). Desquiciados. Los vertiginosos cambios que impulsa la extrema derecha, Buenos Aires, Siglo XXI, 2024, pp. 147-168.

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    19

    Ezequiel Adamovsky, Historia de la Argentina. Biografía de un país Desde la conquista española hasta nuestros días, Buenos Aires, Planeta, 2020.

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    20

    Guillermo O’Donnell, «¿Y a mí, qué mierda me importa ? Notas sobre sociabilidad y política en la Argentina y Brasil», in Guillermo O’Donnell, Contrapuntos. Ensayos sobre autoritarismo y democratización, Buenos Aires, Prometeo, 1984.

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    21

    Edward Palmer Thompson, «La economía ‘moral’ de la multitud en la Inglaterra del siglo XVIII», in Tradición, revuelta y conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial, Barcelona, Crítica E., 1979.

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    22

    Sergio Caggiano, «La extrema derecha y los dilemas de la batalla cultural. Moral, individualismo y sentido de pertenencia» En Alejandro Grimson (Comp.), Desquiciados. Los vertiginosos cambios que impulsa la extrema derecha, Buenos Aires, Siglo XXI, 2024. Pablo Semán, Nicolas Welschinger, «Juventudes mejoristas y liberalismo de masas», in Pablo Semán (coord.), Está entre nosotros, Buenos Aires, Siglo XXI, 2023, pp. 162-202.

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    23

    Éric Sadin, L’Ère de l’individu tyran, Paris, Grasset, 2020.

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    24

    François Dubet, ¿Por qué preferimos la desigualdad?, Buenos Aires, Siglo XXI, 2015.

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    25

    François Dubet, El nuevo régimen de las desigualdades solitarias, Buenos Aires, Siglo XXI, 2023.

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    26

    Pablo Semán, «Vida, apogeo y tormentos del ‘rock chabón’», in UAM-X - MÉXICO, 2007, pp. 245.

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    27

    Steven Forti, Extrema derecha 2.0, Madrid, Siglo XXI, 2021.

    Pour citer cette publication

    Ulises Ferro et Pablo Semán (dir.), « 100% blanco y villero: conservadurismo rebelde, libremercado y derechas populares », Politika, mis en ligne le 10/11/2025, consulté le 10/11/2025 ;

    URL : https://www.politika.io/es/article/100-blanco-y-villero-conservadurismo-rebelde-libremercado-y-derechas-populares